
Existe en el periodismo deportivo un virus aún más contagioso que el propio coronavirus. Una epidemia que se extiende por las redacciones de todos los periódicos, radios, televisiones y redes sociales que se encargan de la actualidad del fútbol y especialmente del Fútbol Club Barcelona: el virus del periodismo especulativo.
Un virus que no solo ha contagiado a las principales voces y plumas de la prensa deportiva, sino que se está consolidando fuerte también en el entorno blaugrana. Este periodismo especulativo no es otro que aquel que basa sus verdades en sencillos y absolutos rumores. Y ya no solo rumores de primera mano, que a lo mejor llegan de fuentes fiables a quienes se les puede dar el beneficio de la duda. Si no, sobre todo, especulaciones sin ningún tipo de fundamento, destinadas únicamente a tratar de crear un frágil suelo de cristal bajo los pies del Barça.

Un tipo de periodismo que se olvida de una de las claves de las máximas del código deontológico de cualquier buen reportero: no todo lo que no es mentira es una verdad. Un tipo de periodismo que responde a este sistema informativo contaminado, en el que vale más un clic que una información veraz y confiable. Basta con ver, por ejemplo, ciertas cuentas de Twitter con miles de seguidores -sin duda patrocinadas por manos obscuras- metiendo, día sí, día también, basura contra el Barça bajo un supuesto ánimo de procurar lo mejor para el Club y con una liturgia ampliamente repetida: Cruyffismo, ADN, Estilo, Pep y un largo etcétera.
Día tras día nos llegan los mismos tipos de mensajes a través de las redes sociales, de los titulares, de las tertulias deportivas. Mensajes precedidos siempre por los altisonantes “ÚLTIMA HORA” o “EXCLUSIVA”, términos que se han vaciado tanto de su contenido que realmente, hoy en día, ya no significan nada. Miremos sino el ejemplo de lo que está pasando ahora mismo con el caso de Ousmane Dembélé, a quien medios como Mundo Deportivo o el Sport ya sitúan fuera del Barcelona, ya que, aseguran, el Manchester United estaría ultimando su fichaje.
Es cierto que el francés ha sufrido altibajos en los años que lleva en el club y que todo apunta, como pudimos ver en el último encuentro del Barça ante el Celta, que Ronald Koeman apostará antes por piezas como Pedri y Trincão antes que por Dembélé. Pero de ahí a afirmar que el club inglés lo tendría ya hecho y sacarlo cada día en portada o bombardear por redes sociales con el tema hay un trecho. El club blaugrana de hecho ha salido a desmentirlo, pero… ¡¿qué más da?! Es igual si Dembéle no se marcha nunca, es igual si Memphis Depay se queda en Lyon, es irrelevante si Messi se va al City de Guardiola o a Newell’s. Da igual porque ninguno de esos periodistas que suelta con tanta tranquilidad esas “exclusivas” tendrá que rendir cuenta luego de los errores que cometió o, más bien, de las mentiras que propagó, seguramente con un claro objetivo.

Decía hace poco el periodista tarraconense Frederic Porta en el podcast “Mi Fútbol”, que hay dos maneras de estar en el barcelonismo: sirviendo al Barça o sirviéndote del Barça. La mayoría de periodistas e influencers entrarían en este último cajón, en el de aquellas personas que se sirven del club para sus intereses personales, ganando visibilidad y followers a base de enfangar el entorno blaugrana en discusiones absurdas sobre noticias que no tienen ningún fundamento en la realidad, que no llegan a ningún lado porque no parten de ningún lugar. Palabras escritas sobre el vacío, que buscan distraer al culer creando, sin pudor alguno, supuestos problemas de esta institución que lleva el nombre de la ciudad que lleva el nombre de nuestro club, como diría Núñez en una de sus frases célebres. Estos personajes, con la ayuda de miles de trolls que replican sus vergüenzas, van generando zombis en lugar de aficionados. Ya no razonan, no piensan, no disciernen… Simplemente validan los mensajes de sus amos como si fueran las tablas del bíblico Moisés.

Y lo curioso es que este tipo de periodistas no se encuentran solo en uno de los “bandos filosóficos” enfrentados en el barcelonismo (nuñismo contra cruyffismo, laportismo vs bartomeurosellismo… como se les quiera llamar). Tanto los Gerard Romero o David Bernabeu, como los Carles Fité y Joan Maria Pou, (por no hablar de los Edu Aguirre y toda la banda del Chiringuito), así como las famosas cuentas de Twitter que todos conocemos, esos entrenadores tuiteros que hacen absurdos análisis y recomendaciones como si jugar al fútbol en un terreno de juego fuese igual que jugar en una Play Station, caen en este juego interesado del periodismo especulativo. Los conocemos todos: @Agente_FCB, @elsenyoramon, @eldeu, @botdecensura, @INIE8TAZO, @DuchMarc, @Messiatico @IniestismxFCB y muchos otros gurús apocalípticos.
Su objetivo es claro: generar polémicas donde no las hay, hacer creer al aficionado que el vestuario está enfrentado, hacer sangre con Messi, Coutinho o Griezmann, soterrar a entrenadores como Ernesto Valverde cuando tenía al equipo en la cima de la liga y ridiculizar luego a un Quique Setién que no tenía la culpa de haber sido escogido para liderar a un equipo sin ganas, desmembrado, desmotivado y perjudicado por un VAR que cada día nos deja más perplejos, en medio de una pandemia mundial.
Pero esta polémica y este ambiente nocivo generado por las pseudocrónicas y pseudoexclusivas de este grupo de periodistas e influencers tóxicos no solo afecta al club, a los jugadores y a los aficionados; también, al mismo tiempo, los mantiene en la palestra, les da visibilidad, consigue que la gente hable de sus mentiras y falsedades, para que el soci y el culer de calle no pueda pararse a pensar en los temas que deberían preocuparnos: los candidatos para las próximas elecciones y sus proyectos, la Misión y Visión del Club para el próximo decenio, el posicionamiento del Club ante situaciones como el VAR y los organismos rectores del fútbol como la UEFA, etc.

Estos temas se pierden en el torrente de exclusivas y rumores que se nos avalanchan día a día en Twitter, Facebook y los titulares de los medios. Y es un mal que no solo lo producen los periodistas de profesión, sino también los “tertulianos”, esa figura aún más nociva para la buena información, creada por la mayor precarización del periodismo en la historia. Una figura creada solo para no tener que pagar a analistas de verdad y seguir alimentando las barrigas de aquellos que desde hace años que se vienen lucrando del club. Miremos sino las desafortunadas y rastreras críticas del exagente Josep María Minguella a la familia de la nueva joya del equipo, Ansu Fati. ¿Qué necesidad hay de explicar esas intimidades? ¿Por qué alguien diría semejantes barbaridades, al mismo tiempo que el chaval está siendo una de las grandes alegrías ahora mismo en el entorno blaugrana? Ese afán por enmierdar el ambiente solo responde al deseo de estos personajes de ser los protagonistas del show, de que se hable de ellos. Como diría el siempre elocuente Mariano Rajoy: “Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”.

¿Cómo afecta todo este show mediático al club, a los aficionados y a la familia blaugrana del mundo entero? Todo este periodismo especulativo y sus derivadas tertulianas han convertido al FC Barcelona en el único club del mundo al que hasta el último detalle es criticado, incluso cuando se gana. Si Koeman -azotado desde el primer día por uno de los más mediáticos candidatos- decide incluir en el once inicial a un jugador, mal; si decide introducir a otro jugador, mal; si se gana por 5-0 pero no se obtiene un 99% de posesión, mal. Y así todo. El arte de criticar por criticar, para ganarse likes y seguidores… No dudemos que una de las razones que evidentemente empujaron a Messi a querer irse del Barça fue también este ambiente tóxico y nocivo que ha creado la prensa deportiva alrededor del club (el mismo que también rodea la selección argentina)… no es casualidad que la decisión de quedarse en el club la haya comunicado a un medio como Goal y no a las “grandes cabeceras” del barcelonismo, como Mundo Deportivo o Sport. Algo habrá ahí detrás, algún mensaje estará enviando el capitán al periodismo deportivo catalán… aunque decirlo así, suena un poco a periodismo especulativo, precisamente.